Hace cuatro años, al general norteamericano Antonio Taguba le encargaron que investigara qué había pasado en Abu Ghraib, el centro de tortura que operaba en Irak. Tabuga sorprendió con un informe mucho más detallado de lo que se esperaba. Con su trabajo, seguido por testimonios ante el Congreso, quedó establecido sin réplica que el infierno de crueldad que se reveló en esas fotos que dieron la vuelta al mundo no eran una anomalía sino el reflejo de políticas oficiales para el trato de prisioneros iraquíes.
Los altos mandos del ejército le pusieron presión al general Taguba para que se acogiera a retiro—en castigo por haber sido demasiado acucioso en la investigación que ellos mismos le habían pedido. Tabuga se acogió a retiro, pero no se ha quedado callado. Lo que sigue es mi traducción del prólogo que el ex general escribió para el informe de Physicians for Human Rights: Broken Laws, Broken Lives. Medical Evidence of Torture by the US (Leyes rotas, vidas rotas. Evidencia médica de tortura a manos de los EE.UU.).
El material cobra relevancia ahora que (más vale tarde que nunca) el representante demócrata Dennis Kucinich ha puesto en marcha una causa de destitución (impeachment) en contra de G.W. Bush. También hay que leerlo a la luz de la decisión de la Corte Suprema norteamericana que reafirma la validez del principio fundamental de habeas corpus, incluso para los “combatientes” cautivos en Guantánamo.
Para un lector chileno, es imposible no hacer los paralelos con las violaciones a los derechos humanos perpetradas por nuestras fuerzas armadas. Hay mucho de Villa Grimaldi o de Tejas Verdes en Abu Ghraib, así como hay demasiados paralelos entre los métodos aplicados hoy en día por el estado chileno en la Araucanía (incluyendo la Ley Anti-terrorista heredada de la dictadura) y la práctica de las Actas Patriotas de G.W. Bush. El paralelo que no existe es del un militar de jerarquía que actúa con honestidad y valentía para revelar la verdad. No hay un Taguba chileno.
PREFACIO AL INFORME
«Este informe cuenta la historia, en gran parte no contada, de lo que pasó con los detenidos bajo nuestra custodia cuando el Comandante en Jefe y sus subordinados autorizaron un régimen sistemático de tortura. Esta historia no se cuenta sólo con palabras: está escrita en el cuerpo y en la mente de estos individuos de por vida. Nuestro honor nacional está manchado por lo indigno e inhumano del tratamiento que estos hombres recibieron a manos de sus captores.
«Los perfiles de estos 11 detenidos, ninguno de los cuales fue formalizado por un delito o informado de la razón de su arresto, son un desmentido trágico a quienes sostienen que la tortura a veces se justifica. Por medio de la experiencia de estos hombres en Irak, Afganistán, y Guantánamo, podemos ver la extensión del daño que esta política, ilegal e insensata, ha causado en las instituciones de los EE.UU. y en los valores fundacionales de nuestra nación, los cuales las fuerzas armadas, los servicios de inteligencia y el sistema de justicia están obligados a defender.
«Para que estos individuos sufrieran la crueldad injustificada a que fueron sometidos, se promulgó una política gubernamental por medio de la cual las Convenciones de Ginebra y el Código Unificado de Justicia Militar no fueron consideradas. La Convención Contra la Tortura de la ONU fue ignorada indiscriminadamente. Y las profesiones de la salud, incluyendo médicos y sicólogos, se transformaron en cómplices de la intencionada administración del daño en contra de quienes el Juramento Hipocrático les exige proteger.
«Después de años de revelaciones de investigaciones gubernamentales, recuentos de prensa, e informes de organizaciones de derechos humanos, no queda ya duda de que la administración actual ha cometido crímenes de guerra. La única pregunta que queda por responder es si quienes ordenaron el uso de la tortura enfrentarán o no la justicia.
«Los ex detenidos que aparecen en este informe, cada uno de los cuales está peleando una batalla solitaria y difícil para reconstruir su vida, requieren reparaciones por lo que tuvieron que soportar, asistencia sico-social y médica, e incluso una disculpa oficial de parte de nuestro gobierno.
«Pero más que nada, estos hombres merecen la justicia requerida por los principios del derecho internacional y de la Constitución de los Estados Unidos.
«Y esto también es lo que merece el pueblo norteamericano».
Base Naval de Guantánamo: territorio cubano usurpado a Cuba. Comienza en una cerca minada de lado a lado y se extiende hacia el Mar Caribe, ejerciendo soberania sobre una franja de tierra que les sirve de garage para guardar sus armamentos, hacer sus ejercicios militares y retener a los presos de Afganistan, los que llevaron en contenedores para ahorrar espacio. De vez en cuando un militar norteamericano provoca, disparándole a los jóvenes guardafronteras cubanos, de vez en cuando también se emborrachan y hacen sus espectaculos que solo Cuba denuncia en las Naciones Unidas. Por suerte, la educación del pueblo cubano nos permite entender las diferencias entre pueblo y gobierno y por suerte quedan muchos Taguba.
Genial puja mamita puja, es asi como es en Guantanamo, se como tienen que aguantar el pueblo cubano las humillaciones de los soldados de la base.