En todas partes del mundo los edificios de tribunales contienen una atmósfera rancia que no se disipa con nada. Ningún solvente químico se la puede con las emanaciones de los cuerpos que circulan en esos pasillos, sudando en secreto, queriéndose salir de la piel. Ni el mármol, ni las maderas nobles, ni la iluminación grandilocuente… Seguir leyendo Palabras malditas: tribunales y debates