El informante del tira Morales

Lo quedé mirando ahí recostado en la camilla, con esas medias espaldas que tiene todavía y esa dureza de sus manos. Sesenta y tantos años y un episodio vascular, pero todavía tiene más fuerza que yo. Nunca me voy a poder comparar con él. Más encima, veterano de guerra, sobreviviente de las dos batallas de Coyhaique, escapado de un campo de prisioneros en Argentina y conocido por no aguantarle ni una mierda a nadie. Mientras que yo, bueno, yo que soy lo que soy.

La batalla de Navidad

Los unitarios venían bien armados y apertrechados, eso se notó desde un principio. No es sorpresa, esta guerra ha sido toda desigual, y si la empezamos ganando fue porque ellos estaban atontados, no podían creer que la rebelión fuera tan extensa. O que fuera real. Después reaccionaron, se organizaron, gastaron plata donde había que gastarla.

Mi casa ajena

Me acostumbré a vivir en esta casa y le he tomado cierto cariño a algunos espacios, particularmente a un ventanal curvo decorado con vitrales donde me gusta instalarme a leer, aprovechando la luz del atardecer. Pero nunca la he sentido como propia; primero, por lo obvio: no me pertenece. Además, la asocio con mi trabajo:… Seguir leyendo Mi casa ajena

Casa fantasma

Me acuerdo de la primera vez que lo vi. Fue en pleno día; no sé por qué razón rompí mi rutina de trabajo y me vine a almorzar a la casa. Lo sorprendí en el baño, recortado contra la ventana llena de sol, mirándose al espejo como si se acabara de afeitar.

Un poema de Louise Glück

Poco a poco, pensó, le mostraría la noche, primero como sombras de hojas que se agitan. Luego luna, luego estrellas. Después ni luna ni estrellas. Que Perséfone se acostumbre poco a poco. Al final, pensó, lo hallará reconfortante.