El sueño del traductor imposible

Nabokov es implacable aun cuando se hace el bueno. Sabe que hay traductores que se saltan las partes difíciles, pero los comprende y los excusa, siempre y cuando de verdad no entiendan qué diablos quiere decir el original. El que no merece perdón es el tipo arrogante, el traductor pagado de sí mismo que se cree adalid de idiotas e inocentes.… Seguir leyendo El sueño del traductor imposible

La escuela nazi en Chile

Una vez, conversando sobre los episodios de violencia nazi en Chile, María Luisa Fischer, estudiosa de Neruda, me mencionó la siguiente anécdota que se encuentra en las memorias del poeta: Por aquellos días de victorias estruendosas de Hitler, tuve que cruzar más de alguna vez alguna calle de un villorio o de una ciudad del… Seguir leyendo La escuela nazi en Chile

La soledad del traductor

Existe un tipo de error de traducción que –según Nabokov—es análogo a una especie de daltonismo lingüístico, en el que el traductor se pregunta, por ejemplo “¿Qué prefiere comer un esquimal, helado o sebo?” y concluye, después de discurrir un rato: “helado” con la certeza cándida de quien no se da cuenta de la vastedad… Seguir leyendo La soledad del traductor

Nabokov y los traductores

Me parece que persiste la creencia de que el bilingüismo consiste en un tránsito agotador entre dos mundos diferentes, cuando la verdad es que es todo lo contrario. ImageEl bilingüismo es un reposar, un abandonarse dentro de un universo que podrá ser ajeno pero que ya dejó de ser desconocido. Sólo se vuelve arduo cuando surge la necesidad de traducir, que es precisamente la necesidad que el bilingüismo borra, o ahorra. Por ahí anda dando vueltas una tensión paradójica: para traducir bien hay que ser bilingüe, pero al momento mismo de traducir hay que saber marcar de nuevo las diferencias. Creo entender que lo que Nabokov llama transmigración verbal es un fenómeno de tipo Schrödinger: tiene que hallarse en dos lugares al mismo tiempo. Claro, sin que se note, o que se note lo menos posible.