Nunca me voy a olvidar de don Agustín, que llegó un día a Chilea educar salvajes a golpes de regla y borrador. Desde elmomento en que nos escrutó con sus anteojos poto de botella,nos encontró inapelablemente inferiores. Como venía deArgentina, había adoptado ciertos gestos porteños y le habíaañadido modismos lunfardos a su castellano burgalés. Tomóla… Seguir leyendo Pibes de todos