Estación Esperanza


Me reclaman mucho porque desaparecí así no más y después no volví cuando dije que estaba de vuelta, y el reclamo me parece justificado. Lo que pasó es que me pilló la máquina de la pega con la que me gano la vida, por una parte. Por otra, y esto es lo principal, me dio un cansancio profundo de escribir y me bajaron ganas de simplemente observar y pensar ciertas cosas, sin comentarlas. O de comentarlas apenas con mi gatito Tony Soprano cuando me pongo a corretear con él para acostumbrarlo a que se comporte como un perrito.

Tema no ha faltado, si hasta pareciera que el hemisferio está teniendo un movimiento casi telúrico prolongado, con epicentro en Bolivia y réplicas en Venezuela, Perú y México. Es como si el continente se estuviera descoyuntando. Hace un tiempo escribí por ahí, en la época en que todavía me aguantaban en El Sábado, que lo que hay debajo de América Latina es un sistema de trenes subterráneos, un metro ancestral con estaciones terminales en México DF y Buenos Aires. Lo mismo me parece ahora, pero las conexiones entre una estación y otra se cortan o aparecen al arbitrio de los eventos históricos, de los temblores, de las corrientes subterráneas. No está claro que más allá de México o Buenos Aires no existan estaciones fantasmas. Tal vez estén abriéndose por el Norte, por la selva Lacandona (un sub-subte zapatista), por el sur mapuche, por los suburbios de Sao Paulo, por la Cité Soleil de Puerto Príncipe.

Lo que quiero decir en el fondo es que me cayó la teja de lo compleja que es la situación, y me ha estado ganando el pálpito de que falta información y análisis. También creo que me ha hecho falta un poco de reflexión, reposo, silencio. Estas noticias secretas tienen que alimentarse de fuentes profundas, tienen que desintoxicarse del electoralismo, de los efectos distorsionadores que tiene en el ojo hasta el concertacionismo más crítico. El silencio de estos meses marca una pausa que no es como la de la tele, para continuar con lo mismo. Por lo menos ésa es la intención. Ahora toca bajar a tomar el metro América Latina, la continuidad desarticulada o bloqueada por la que hay que aprender a transitar de la mejor manera posible, con los ojos y los oídos abiertos.

2 comentarios en “Estación Esperanza”

  1. RobertoEfectivamente lo que está pasando en nuestro continente es potente y creo que ningún analista lo ha percibido bien aún.A mi no me gusta porque presiento que se trata de un extraño silencio antes de la tormenta y creo que este chilito está yendo ( para bien o para mal) contra la corriente ya que seguimos preocupados de hacer bien las tareas ,sacar buenas notas y responder bien las pruebas que nos toman los distintos profesores como son el FMI, el gobierno de los EEUU,…etc …etc y no estamos preocupados de lo realmente importante !! LA GENTE, LAS PERSONAS..!! como nos sentimos,que percepción de futuro tienen nuestros jóvenes y creo que estamos también equivocando las prioridades ya que no tenemos el foco puesto en mejorar la educación de este país que a mi juicio debiera ser por lejos la prioridad número uno .Pablo

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