The Professor: Entrevista en La Nación Domingo


La Nación Domingo publicó una entrevista titulada «The Professor» sobre el tema del c.v. con datos falsos. La entrevista pasó por manos editoriales, con el propósito de agilizarla y también debido a las restricciones lógicas de espacio que un diario de papel se ve en la obligación de considerar. Es muy diferente por lo tanto de la versión original, que fue hecha por e-mail. Pongo aquí la versión sin editar, a manera de constraste. Las preguntas son de Francisco Ramírez Q., quien es un acucioso periodista que actuó siempre de manera muy profesional. Agradezco a Francisco Ramírez y a los editores de La Nación Domingo por su interés en comunicarse directamente conmigo, a diferencia de medios como LUN, diario que usó sin atribuir el material publicado por El Mostrador y este blog, simulando una entrevista.

P: ¿Qué le motivó a indagar en la veracidad de los antecedentes académicos del candidato Piñera? ¿Suponía usted consecuencias de gravedad si podía falsear o deformar ciertos datos que estaban circunscritos al ámbito curricular?

RCS: Varias cosas me parecieron raras a primera vista, tal vez porque en el trabajo académico uno desarrolla un buen ojo para leer currículums y detectar datos que no cuadran. Lo que más me extrañó fue que se atribuyera el cargo de “Profesor de Economía” en Harvard entre 1976 y 1988, porque Piñera es conocido por sus éxitos empresariales, pero no por sus contribuciones académicas. Ser Profesor de Economía en Harvard no es cualquier cosa. Es un cargo respetadísimo, muy poca gente logra un puesto académico como ése. Estaba muy consciente de que tenía que ser acucioso, y por eso consulté en partes diferentes: el departamento de Economía mismo, la Oficina de Registros (Registrar’s Office) y también me contacté con la gente de comunicaciones de la Facultad de Artes y Ciencias, de la Escuela de Gobierno J.F. Kennedy, y de la Escuela de Negocios de Harvard.

P: De acuerdo con lo que usted ha planteado en un artículo sobre este tema, el “agrandar” los curriculums implica una búsqueda de querer hacer gala de más galardones de los que se posee. Pero ¿no se trata de una costumbre extendida y generalizada que, por tanto, no genera mayores consecuencias sobre todo si se considera su uso en la búsqueda de empleo?

RCS: Hay que distinguir. Una cosa es abultar los currículums, es decir poner detalles insignificantes para ocupar páginas, y otra cosa es la práctica de inventar cosas que no son ciertas. La primera no es aconsejable, porque se nota inmediatamente cuando alguien pone detalles innecesarios para llenar espacio. La segunda es una falta grave a la ética, y no me sorprendería que fuera ilegal, porque se trata de un engaño a un posible empleador, un socio comercial, un colega, o en este caso, los ciudadanos que buscan llenar el puesto de Presidente de Chile. No creo que en Harvard hayan estado muy contentos con estas tretas de alguien que se hacía pasar por profesor de ahí, porque ellos cuidan mucho su prestigio.

P: En el curriculum de Piñera usted advirtió referencias puntuales que le causaron extrañeza. ¿Cuáles fueron éstas?

RCS: Vi que en el currículum decía que se había graduado de su doctorado con “honores máximos”. Como ex alumno de postgrado de Harvard, yo sabía que en mi universidad esa figura no existe para los Ph.D. Solamente existe como nota en los exámenes doctorales, pero eso no queda registrado oficialmente; normalmente nadie lo menciona. Simplemente no se hace, una especie de pudor que se aprende allí lo impide. Eso me llamó la atención.

La respuesta que da Piñera a través de su hija Magdalena es penosa: dice que poner que tuvo «honores máximos» es una manera de indicar que se sacó “puras A”. Es como si yo me pusiera en el c.v. que el Vaticano me declaró santo oficialmente y cuando me pillan en la mentira, explico que es una forma de decir que soy super buena gente.

P: ¿Influyó su experiencia como ayudante de la Universidad de Harvard para conjeturar que Piñera estaba deslizando datos erróneos?

RCS: Claro que sí, mi experiencia en Harvard me hizo darme cuenta del nivel que tiene que tener alguien para ser nombrado Profesor. 

P: ¿A partir de que momento en específico decidió indagar la certeza de estos antecedentes? ¿Puede relatar el método empleado?

RCS: No me acuerdo bien del momento, pero creo que fue cuando vi la franja con una voz que decía algo así como “¿Y saben qué? En Harvard también fue el mejor alumno”. Al principio me pareció cómica la falta absoluta de modestia y la exageración, pero dejé de encontrarle lo divertido cuando me di cuenta de que este tipo de propaganda desenfrenada le estaba funcionando para proyectar esta imagen de omnipotencia intelectual. Al día siguiente me comuniqué por teléfono y por e-mail con Harvard.

P: ¿Qué informaciones pudo reunir?

RCS: Primero confirmé con el departamento de economía que ellos no conferían “honores máximos” a nivel de doctorado. Pregunté si había un premio para el mejor alumno o algo parecido: me dijeron que no tenían nada así. Luego llamé a la Oficina de Registros sobre los “honores máximos” a nivel de facultad. Me confirmaron lo que yo sabía: no hay honores especiales para los doctorados, y cualquiera que ponga algo similar en su c.v. está poniendo información falsa.

P: Sin embargo, su indagación fue más allá y se encaminó a determinar la veracidad del cargo de “Profesor de Economía” que el candidato sostenía haber ejercido entre 1976 y 1988 en la mencionada casa de estudios. ¿No le resultaba coherente que un hombre diestro en los negocios como Piñera pudiese haber ejercido este trabajo? ¿Porqué volvía a desconfiar?

RCS: Al contrario, me resultaba muy incoherente, porque la exigencia académica de alguien que es Profesor de Economía en Harvard es muy alta y no deja tiempo para nada más. Insisto que se trata de un cargo académico de alto octanaje, de dedicación exclusiva. En realidad fue esta disonancia la que más me llamó la atención.

P: Al investigar este punto ¿A qué resultado llegó?

RCS: Cuando recibí el resultado de la búsqueda en los archivos de Harvard, la verdad es que me sorprendí mucho, porque me dijeron que no había evidencia de que hubiera enseñado en Harvard de manera alguna. Me dijeron que no descartaban que hubiera sido Teaching Fellow o ayudante, pero que no habían encontrado ningún documento. Me dijeron que había registro de José Piñera, el hermano que fue Ministro de Trabajo de Pinochet, como ayudante, pero no de Sebastián Piñera.

P: Según sus averiguaciones ¿Piñera, entonces, ejerció sólo como “profesor ayudante”?

RCS: El término correcto no es “profesor ayudante”, sino “ayudante” a secas, o “alumno ayudante” si se quiere. Y la verdad es que la gente de Harvard me dijo que no había evidencia de eso, aunque no descartaron que hubiera archivos dispersos. Cuando salió a la luz mi primer cuestionamiento de las credenciales, en El Mostrador, en la página web del candidato hicieron pública una copia del nombramiento como ayudante, que parece genuina. Al mismo tiempo, borraron la parte del currículum que decía que había sido Profesor de Economía en Harvard y pusieron una frase vaga: «hizo clases».

P: ¿Qué diferencia al profesor ayudante del profesor en sí en la Universidad de Harvard? Se lo pregunto porque en nuestro país es perfectamente viable que un ayudante de cátedra “reemplace” en una clase al profesor titular si éste no puede asistir, por ejemplo… ¿Existen otros grados intermedios?

RCS: No hay grados intermedios porque no existe una secuencia que vaya directamente de ayudante a profesor. Los ayudantes son, en general, estudiantes de post-grado que cumplen funciones de apoyo. Para ilustrar, fui ayudante del novelista mexicano Carlos Fuentes en Harvard. Jamás se me habría encomendado la tarea de reemplazar a Fuentes si faltaba a una de sus clases magistrales. Tampoco lo habría hecho la ayudante jefe, otra chilena, Verónica Cortínez, quien ahora es Profesora Titular en UCLA. El curso estaba dividido en secciones y los ayudantes explicábamos, analizábamos, y discutíamos los temas con los alumnos que nos tocaban. Le hacíamos sugerencias y preguntas a Fuentes en nuestras reuniones con él, diseñábamos los exámenes y evaluábamos. Jamás se nos habría ocurrido poner en el currículum que fuimos Profesores de Literatura en Harvard. Es el equivalente de lo que hizo Piñera. No es cosa menor.

P: La candidatura de Piñera se sostiene, entre otros argumentos, en su capacidad para generar riqueza y llevar a buen puerto proyectos económicos. Según ha recalcado en mas de una oportunidad proviene de una familia “de clase media” que salió adelante gracias al esfuerzo y el trabajo duro. Descubrimientos como los de una adulteración curricular ¿desvirtúan en algo tal afirmación?

RCS: La desvirtúan de manera esencial, porque se trata de una falta de respeto al mérito, que es el medio de movilidad social en el cual la clase media (y no sólo la clase media) pone sus esperanzas.

Si alguien del medio social de Piñera, hijo de embajador, emparentado con la aristocracia terrateniente, educado en un colegio de élite como el Verbo Divino, de verdad cree que pertenece a la clase media, entonces hay un problema conceptual serio que se añade a la falta de respeto por la meritocracia.

P: Según su indagación, Piñera ingresó un dato inexacto a su curriculum. Ello podría ser una imprecisión o un acto adrede. De ser este último el caso ¿implicaría que cómo Presidente podría incurrir en otras acciones de este orden?

RCS: No creo que estas “inexactitudes”, como tú las llamas de manera tan gentil, sean nuevas. Debe haber estado haciendo este tipo de cosas durante años; quizás cuántos beneficios habrá derivado de ellas, y seguramente se han vuelto parte de lo que él ve como realidad. Tal vez está convencido de que “hacer clases” es más o menos lo mismo que ser profesor titular de Harvard. Demuestra un grado alarmante de arrogancia, pero lo más inquietante son dos cosas: en primer lugar, que denota un carácter peligrosamente temerario al pensar que nadie lo iba a pillar, y en segundo lugar, que parece no darse cuenta de cómo estas manipulaciones dañan su credibilidad. Si resultara elegido Presidente, esa credibilidad pasará a ser la credibilidad de todo Chile. El carácter de un presidente es el retrato que el mundo se hace de un país. Es cosa de mirar lo dañado que ha salido Estados Unidos con el carácter de Bush y de considerar el beneficio de imagen que le ha dado a nuestro país la solidez de Lagos. Sería una pesadilla que le dijeran, aunque fuera en broma: ¿y usted es el que se hizo pasar por profesor de Harvard? Fuera de Chile ya se lo moteja como “el Berlusconi chileno” y eso no le hace bien a nadie.

P: Diversos estudios dejan de manifiesto que el votante actual -en una tendencia de alcance global- es seducible en alta medida por el carisma y discurso de un candidato más allá de su preparación intelectual o capacidad de generar reales soluciones a problemas específicos. ¿Porqué Piñera debe escapar de esta norma si al fin y al cabo lo que busca es, precisamente, votos?

RCS: El problema de Piñera es que tanto su carisma como su discurso se basan en el concepto machacón del ganador, “el mejor de todos” y en una supuesta meritocracia transversal (“gobernar con los mejores”). La distorsión de sus credenciales y la manera en que ha enfrentado el tema indican que no practica lo que predica. Piñera es un hombre inteligente, tiene muchos méritos admirables, pero no le basta con eso, e igual que su eslogan, “quiere más”, y más, y más. Indica un concepto del bien público como una serie de adquisiciones y conquistas, basado en un modelo empresarial depredador.

P: Piñera prefirió darle un bajo perfil a la suplantación ¿Qué implica el que haya sido su hija quien salió «hablando por él» en LUN?

RCS: Si es verdad que su hija le escribió el currículum de campaña, habla mal de la manera en que Piñera dirige su equipo; evidentemente, a juzgar pr la entrevista que le hizo LUN el viernes 16, ella no tiene idea. Su padre, aun sabiendo eso, no dudó en echarla a los leones, a defender lo indefendible. Habría que ver en qué se basó Magdalena Piñera para escribirlo, de dónde sacó la información, aparte de la pared donde su padre tiene enmarcado hasta el papelito rutinario en que se lo nombra, en el lenguaje pomposo harvardiano, ayudante en Economía. Ella se cree el cuento y su padre se aprovecha de eso para intentar bajarle el perfil al asunto. Otro rasgo perturbador del candidato.

5 comentarios en “The Professor: Entrevista en La Nación Domingo”

  1. Guau!! Muy buena la entrevista, lo que sí me parece una lástima que la que aparece en el citado diario no sea la misma, pues las respuestas dejan en claro el propósito de inflar su curriculum.En fin, ojalá la opinión pública se informe a fondo de este tema para que lo considere en su elección de voto.Saludos!

  2. Otro botón de muestra es el reportaje publicado en el último número de la Revista de el Sábado de El Mercurio, en lo que dice relación con el tema de la campaña “Piteate un flaite”.

  3. «El que pone de lado, por voluntad u olvido una parte de la verdad, cae a la larga por la verdad que le faltó, que crece en la negligencia y derriba lo que se levanta sin ella.» (José Marti, «Nuestra América»)

  4. lo que más me ha impresionado de la campaña es ir descubriendo como este «pobre personaje», víctima eterna de las elucubraciones de la UDI, que incluían espionajes, rapto de hijos y tanta cosa, que casi uno sentía simpatía…. ahora aparece en su real dimensión, con tanta ambición y mirando por encima del hombro a todos…debo reconocer que antes sentía simpatía por este señor… pero ahora apareció quien realmente es, y quien realmente ha sido todos estos años desde que lo pillaron chanchito pensando en como exterminar a su «socia» evelyn…un gran saludo, soy lector asiduo de tus columnas y hasta ahora no había llegado al blog… suerte con todo,Alvaro

  5. Excelente entrevista!Ahora es cuando se nota en realidad quién es aquél q podría llegar a representarnos! Dios quiera q así no sea, para q no bajemos el perfil q Chile actualmente posee… no quiero q mi Chile se convierta en un EEUU con otro payaso como Bush al mando…Genial q nos digan la verdadChau!Seguiré leyendo…

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