Poema del chilesauro + elegía

Llámenme Chilesaurus Diegosuarezi.

Por tanto tiempo deseé
que llegaran un día a descubrirme
y sacarme las piedras de los ojos,
el pesado cascote del Jurásico
que sellaba mi párpado y mi fauce.chilesauro

Yo tengo algunas cosas que contar
a pesar de mi quietud de siglos.

No soy cualquier reptil embalsamado
pues me dieron nombre de persona
y como tal reclamo que me llamen
por lo que soy, ni más ni menos,
con mi nombre completo y apellido.

Así es, yo soy el grado cero,
el chilesauro taciturno que yacía
en el limo de una pampa muerta.

El cielo estaba despejado,
la mar hervía de cabrillas,
el viento me secaba la garganta,
mi corazón no sabía qué pasaba
ni qué era ese dolor que se venía encima.

Todo fue tan breve, pero miento,
todo es siempre breve en la memoria
y más breve todavía si el cerebro
es breve como breve, y poca, es esta lengua.

Dicen que hubo una gran bola de fuego: no la vi.
Sólo sentí una resolana
posar su hálito en mi cuello de culebra,
la huella de una lengua seca y sin lamido.

Volví la mirada hacia los cielos
y luego a los demás lagartos:
es demasiado tarde, ya mudos, me dijeron.

No sé bien cómo hablar de aquellos tiempos.

Lo mejor será que ya me olvide y que disfrute
del nuevo aire que abre mi esqueleto,
de la nueva agua desvaída,
de esta luz que quema y deja nada,
de la hoja vuelta piedra que aún chupo
en el intersticio de mis dientes elongados.

Me tomaron por otro, confundieron mi pelvis
con la de saurios gallináceos,
me llamaron pájaro y me dibujaron
volando torpe como pterodáctilo.

Yo quisiera por lo menos dejar esta constancia:
El primero en encontrarme fue un huemul.
En su ojo negro temblaron las aguas al olerme
y dejar su camuflaje de estiércol,
mi mojón duro, mi único epitafio, estas palabras:

Aquí yace Chilesauro, dragón bueno,
algo ingenuo, buen amigo,
poeta entre poetas disfrazado,
algo chico de porte, como un perro,
aunque igual pudiese ser un lobo
de tamaño regular y de gran cola.
El gran logro de su vida fue morirse
con la vista pegada al firmamento.
Sus deudos lamentaron su partida
y la propia al mismo tiempo,
pues las cosas se dan de esa manera
en los llanos de Aysén tan señalada
en regiones jurásicas famosas.
Se alimentaba bien, de hojas, ramas y raíces,
y bien se defendía, porque siempre portaba
brazo fuerte y una larga uña acerada.


Firmado: un huemul 
de estas tierras incendiadas
que deja aquí su plasta de elegía y monolito,

refugio de estos aguaceros.

 

 

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