Me llama la atención la frecuencia con que los chilenos del interior (o los chilenos en el extranjero que no cruzan los límites del Chilito que llevamos dentro) usan la expresión “el negrito de Harvard”. La he oído en la sobremesa y en la opinología, la he leído en presentaciones formales de think tanks como Expansiva, Asuntos Públicos.Org, en la prensa de todos los colores, en sesiones del Senado, etc., dando por sentado que el solo decirla revela un significado inequívoco. Se presume erróneamente que proviene de la cultura popular norteamericana (territorio sagrado incluso para los que se proclaman anti-imperialistas) y que por eso, como el jazz o la coca-cola, su universalidad y su vigencia queda fuera de todo cuestionamiento. En tres décadas de vivir en los Estados Unidos, jamás he oído la versión original fantasma. Como dato curioso: de 77 resultados que uno obtiene al googlear “negrito de Harvard”, una inmensa mayoría vienen de Chile (ver algunos links copiados abajo). A primera vista, entonces se trata de un dicho bastante chilenizado.
“Negrito de Harvard” se usa de varias maneras en nuestro país, y una mirada somera revela que a veces se hace de manera contradictoria. La primera vez que vi la expresión fue en referencia al cientista político Patricio Navia, quien sería el “negrito de Harvard” en Expansiva por ser hijo de pastor adventista, según un antiguo reportaje titulado “Happy Shiny People”. En códigos chilenos, estar asociado con una iglesia protestante (que no sea la luterana) es ser pobre, clase media-baja a lo más. En el caso de Navia, se añadía, sin embargo, un giro positivo, al recalcarse que había ingresado en el selecto grupo liberal por méritos académicos. Pero hay veces en que se infiere que el “negrito” no merece estar ahí, que es una anomalía explicable por un cuoteo políticamente correcto. A veces simplemente adquiere el cariz de molestoso, hinchante, disidente, algo indeseado que uno se ve obligado a tolerar.
Sea cual sea la intención al usar el dicho, llama la atención que los chilenos no busquen analogías más acertadas. Después de todo, el porcentaje de afroamericanos en Harvard, desde hace un buen tiempo, es proporcional o incluso superior al de la población negra de Estados Unidos. No costaría mucho inventar equivalentes más cercanos a la realidad chilena: “el mapuchito de la Escuela Naval”, por ejemplo. Aunque para que funcione la analogía tendría que haber por lo menos algún oficial de la Armada que sea de una etnia indígena. Hubo una ministra diaguita, pero ya sabemos lo que le pasó, así que no podemos ni siquiera decir «la diaguita del gabinete».
Ahora habrá que ajustar la disposición de los prejuicios raciales a la realidad de la nominación de Barack Obama como candidato a la presidencia de los Estados Unidos. Obama hizo sus estudios de bachillerato en Relaciones Internacionales en la Universidad de Columbia y luego estudió derecho en Harvard. Es un “negrito de Harvard” verdadero, que se graduó magna cum laude y que no sólo fue seleccionado para la Harvard Law Review (entran más o menos 40 de 600 postulantes) sino que fue elegido presidente de esa agrupación, que publica, entre otros documentos, la revista más prestigiosa en el mundo jurídico norteamericano. Aparte de un peso intelectual indiscutido, el cargo que ocupó Obama requiere una gran habilidad diplomática para funcionar dentro de un campo minado de ideologías discordantes. Los polos antagónicos de la Corte Suprema actual vienen de ese medio competitivo: el conservador Antonin Scalia y la jueza liberal Ruth Bader Ginsburg pertenecieron a la Harvard Law Review.
Aunque la expresión que estamos discutiendo no se encuentre de la misma manera en el medio norteamericano, Barack Obama ha tenido que vérselas, obviamente, con los prejuicios expresados en ella. Éstos se manifiestan en la constante variación de las reglas por las cuales ha tenido que demostrar la viabilidad de su candidatura. Como ha dicho su esposa Michelle (“negrita de Princeton”, ella), primero le dijeron que tenía que ganar en estados “blancos”, y cuando ganó en ésos le dijeron que la verdadera prueba de la blancura era reunir fondos de campaña, y cuando juntó más plata que nadie en la historia de las primarias, le dijeron que tenía que cumplir otros requisitos, algunos de ellos imposibles, como probar su arrastre en Michigan y Florida, estados donde Obama no compitió, obedeciendo las reglas del partido. Hablando en los códigos gringos, ahora poco menos que se le pide probar que puede ganar el voto de los mismos racistas. Ahí sí que sí, po.
En el intertanto, la campaña de Hillary se ha quejado de que la prensa ha tratado a Obama con guante blanco, aludiendo claramente al mito de que los logros de los “negritos de Harvard” se deben más a la anuencia benévola de los blancos que a sus propios méritos. En esto, Hillary es la típica matea que se mató estudiando para que luego venga alguien como Barack y se saque mejores notas que ella, sin que se le note el esfuerzo. Esto último es crucial: “que nadie te vea transpirar” es el lema de toda persona que se encuentra bajo el escrutinio de quienes la subestiman y disfrutarían enormemente de su fracaso. Barack es experto en ese ramo, como todo “negrito de Harvard”, y sabe que para salir adelante se necesita una tenacidad mucho mayor que la porfía calculadora y taimada de la blanquita de Wellesley que también quiere quitarle el puesto a G.W., ese molestoso blanquito de Yale.
A ver qué vamos a hacer en Chile con esta expresión cuando seamos testigos del momento en que este «negrito» entre en la Casa Blanca, por la puerta ancha, o cuando vaya a Chile en visita de estado. ¿Le harán un esquinazo con «Casamiento de negros»? ¿Le dirán que en Chile no hay racismo, porque en Chile no hay negros?
http://recurso.latercera.cl/medio/articulo/0,0,38039290_101111578_274354423,00.html
http://guia.tercera.cl/medio/articulo/0,0,38039290_101111578_244578509,00.html
http://homepages.nyu.edu/~pdn200/news/LaNacion2003022301.pdf
http://www.fotolog.com/trangx/35621014
http://www.expansiva.cl/media/actividades/papers_actividades/24052004171714.pdf
http://www.deigualaigual.net/opinion/anecdotico-hibrido-cruel-vam.html
http://www.mpisano.cl/desparpa/ccap8.html
http://www.capital.cl/index.php?option=com_content&id=609&task=view&Itemid=56
http://web.upla.cl/revistafaro/04_tesis/pdf/06_tesis_guzman.swf
http://www.senado.cl/prontus_senado/site/extra/sesiones/pags/fset/diar/21071127195553.html
mi pregunta es si el negrito de harvard con la negrita de princeton se daran en la intimidad, con todo respeto, el beso negro.
bah->yo pensaba q el negrito de harvard y el negrito de NYU eran de Expansiva misma…uno en el ministerio y otro en La Tercera.>>Again, me equivoque…>>🙂>>Buen punto. También las agencias, EFE tiene algo muy curioso hoy «el candidato afroamericano conversó con la senadora Clinton hoy»…>>saludines
Good question, Villouta. Ese «con todo respeto» es la parte buena del chiste, stand-up puro. ¿Otra vez estás fumando o qué?
Y yo que pensaba que el negrito de Harvard era el Negro Castillo… 🙂
This is an excellent article–though it hurt to read «negrito de harvard» so many times. To sensibilities estadounidenses, this term is so offensive as to make one’s hair shrivel back inward. I hope your article gets read widely «inside» Chile. In the meantime, I did like your references to el molestoso blanquito de Yale.
Rodrigo,>>Buen artículo. Es un buen ejemplo de otras expresiones racistoides que inundan el discurso en Chile (veáse el «chiste» de Villouta más arriba). >>Saludos.
Lo de Villouta es clásico, pero es el tipo de humor que tiene vigencia en Chile hoy. Pasa por iconoclasta, siendo que tiene un centro macizo de reaccionario, clasista sobre todo, y por lo tanto casi invariablemente fome.
Hoy hice una referencia a un blog de El Mercurio en que un rector de una universidad en Chile usa esta impropia expresión. ¿Porqué seremos tan racistas los chilenos?>Saludos, Ignacio Vergara A.>>http://blogs.elmercurio.com/reportajes/2008/08/31/el-negrito-de-harvard.asp