Ya que nadie más lo va a hacer, quisiera aprovechar de ofrecer mi propio elogio del resentimiento. Erasmo de Rotterdam, que no era ningún tonto, se alivianó la tarea describiendo la necedad de manera tan laxa que a los traductores no les fue difícil brutalizar sus ideas. Así es como la estulticia original, materia complicada y profunda, se transformó en una simplona y payasesca locura. Por lo tanto, prefiero no definir qué es el resentimiento, porque no quiero constreñir una condición que es compleja y vasta, tan compleja y tan vasta y tan incomprendida como la misma estupidez.
Categoría: Exilio
La fuga de Alberto Guerrero
Dirán que la suerte fue mía y no de Glenn. No interesa. Puñaladas por la espalda, a mansalva y sobre seguro. Cómo se va a defender uno. Imposible. Pupilo genio, dicen, profesor famoso. Tienta pensar así, para apocar, menoscabar, pero no es cierto, no es cierto, señor [ruido exterior, motor de automóvil o motocicleta que… Seguir leyendo La fuga de Alberto Guerrero
El sueño del traductor imposible
Nabokov es implacable aun cuando se hace el bueno. Sabe que hay traductores que se saltan las partes difíciles, pero los comprende y los excusa, siempre y cuando de verdad no entiendan qué diablos quiere decir el original. El que no merece perdón es el tipo arrogante, el traductor pagado de sí mismo que se cree adalid de idiotas e inocentes.… Seguir leyendo El sueño del traductor imposible
Nabokov y los traductores
Me parece que persiste la creencia de que el bilingüismo consiste en un tránsito agotador entre dos mundos diferentes, cuando la verdad es que es todo lo contrario. ImageEl bilingüismo es un reposar, un abandonarse dentro de un universo que podrá ser ajeno pero que ya dejó de ser desconocido. Sólo se vuelve arduo cuando surge la necesidad de traducir, que es precisamente la necesidad que el bilingüismo borra, o ahorra. Por ahí anda dando vueltas una tensión paradójica: para traducir bien hay que ser bilingüe, pero al momento mismo de traducir hay que saber marcar de nuevo las diferencias. Creo entender que lo que Nabokov llama transmigración verbal es un fenómeno de tipo Schrödinger: tiene que hallarse en dos lugares al mismo tiempo. Claro, sin que se note, o que se note lo menos posible.