Un poema de Seamus Heaney

Cuando Heaney ganó el Nobel, en la primavera austral de 1995, por esas casualidades de la vida, yo estaba conversando con Carlos Olivárez en la sala de redacción de La Época mientras se preparaba el número especial que le iban a dedicar al poeta irlandés. El gran José Miguel Varas estaba también ahí, en plena tarea de traducir un poema, que era, justamente, "Follower".